Texto de
Patricia Ramírez– 27/02/2014
http://www.sportlife.es/salud/articulo/entrena-mente-aprende-controlar-pensamientos
Ni tus piernas, ni tu corazón… tu mente es quién realmente te impulsa hacia el éxito.
Pero a veces te juega malas pasadas. Entrénate para aprender a controlarla.
Quién pone en marcha tus movimientos, quien define la técnica, quién te apoya en los
momentos duros, quién elige, quién toma decisiones, quién verbaliza contigo mismo para que
mantengas la concentración en cada movimiento, quién visualiza la jugada, el triunfo, quién? La
mente, los pensamientos, tu cerebro, esas millones de neuronas que mandan «ordenes» a todas
partes de tu cuerpo.
Tu mente es poderosa. Pero muchas veces la mente te puede dejar en el camino. Pasa de ser tu mejor aliada, a tu peor enemiga. El cerebro es responsable, ejecutor, organizador, visionario, mandón. El cerebro lo es todo. La mala noticia es que dependes de él para tener éxito, tanto en la vida como en el deporte.La buena noticia, es que el cerebro se entrena, igual que
lo haces con tu cuerpo.
Te voy a hacer una pregunta que leí en un libro sobre entrenamiento mental, ¿en qué porcentaje interviene tu mente en el éxito deportivo? Imagino que si eres corredor, nadador, jugador de golf, estarás pensando en un porcentaje alto, seguro que más del cincuenta por ciento es mental. Si eres jugador de fútbol, baloncesto o de cualquier otro deporte de equipo, igual has pensado en un porcentaje menor. Lo cierto es que la mente interviene siempre. Te permite concentrarte, tomar decisiones, sentirte seguro y confiando, estar atento, elegir los pensamientos adecuados, y esos pensamientos generan emociones. Dedicas tiempo a entrenar la técnica, el físico, tu alimentación, las jugadas de estrategia, ¿pero cuánto tiempo inviertes en entrenar tu mente? NADA??. Si la mente participa en tus entrenamientos y competiciones, es el momento de que le prestes atención.
Aprende el idioma del éxito
Los pensamientos son el tambor, los que llevan el ritmo de todo. Así como piensas, actúas y sientes. Ni más ni menos. ¿De verdad que vas a dejar en manos del destino o de tus hábitos, cómo enfrentarte mentalmente a tu deporte, a tus retos, en definitiva, a tu vida? Claro que no, vamos a entrenar juntos.
Lo primero que necesitas es ponerte la camiseta para ese cambio, creer que otra mente poderosa es posible, que tienes la capacidad de elegir con qué vas a rellenar el depósito de los pensamientos. ¿Sabes hablar el idioma del éxito? Tenemos un vocabulario amplio, lo primero que necesitas es expresarte bien, . Así que sustituye tus: «No puedo, estoy agotado, es que me duele, me da pereza, no llego, a mi edad dónde voy, no he salido y ya estoy nervioso…» por un vocabulario que te empuje, te genere pasión, te centre en lo que suma y en lo que depende de ti: «Vamos, he entrenado bien, estoy preparado, vengo a disfrutar, doy lo que puedo, el cansancio se irá yendo si sigo entrenando, me encanta esta sensación de darlo todo y llegar muerto a casa».
Cuando centras la atención en lo que te gusta, en las sensaciones, en verbalizar lo que estás haciendo, estás eligiendo cómo te quieres sentir. Recuerda: tú eliges tus pensamientos. O piensas en cómo vas a fracasar o piensas en cómo vas a seguir luchando.
Pero las dos alternativas en el cerebro al mismo tiempo son incompatibles.
Si toda la vida has sido derrotista, que se viene abajo a la primera de cambio, que ve más limitaciones que oportunidades, tienes que cambiar la forma de hablarte para poder disfrutar. ¿A qué has venido a este mundo, a sufrir? No, claro que no.
Te has acostumbrado a hablarte de una manera que te perjudica, piensas que así te anticipas al fracaso para que luego no te duela, y que es una manera de protegerte. Pero te equivocas. Pensar de forma catastrófica te prepara para fracasar. Al fin y al cabo es el mensaje que le estás dando a tu cerebro, le estás metiendo las coordenadas para que esté pendiente de las molestias, de las repeticiones que faltan hacer en lugar de los que ya hiciste y de las sensaciones de cansancio en lugar de las que te dan satisfacción. Y el que lo busca, lo encuentra. Todo aquello a lo que prestas atención, se expande.
¿Hacia dónde te quieres dirigir?
Tu cerebro funciona como un GPS, solo tienes que meterle la dirección correcta para que tus piernas y brazos te lleven al destino. ¿Qué deseas hacer? ¿Cómo te quieres sentir? Estas son las preguntas que tienes que contestar.
Pon por escrito tu objetivo para la sesión de hoy, y descríbelo de tal forma que el objetivo dependa de ti. Dirige el objetivo hacia el rendimiento, la técnica, la actitud, pero nunca al resultado. Mira el ejemplo: “ Hoy me comprometo con disfrutar de la clase, estar atento a la postura, el anclaje, la expansión.. y sentir como fluyo cuando practico».
Y para estar pendiente de tu objetivo, te dirás a ti mismo: “Disfruta, fluye, estás aquí, ahora,
en tu practica, siente tu cuerpo fuerte, ágil, como si flotaras”.
Es imposible que estés centrado en disfrutar y hacer lo que tienes que hacer y que a la par tengas pensamientos negativos que te bloquean o que te hagan sentir mal. No es compatible a nivel cerebral ambas tareas: O piensas en lo que te gusta y disfrutas o
piensas en lo que te aleja. Tu única tarea consiste en aprender a hablarte en el idioma que te permite estar en el presente, con conciencia, disfrutando y dejándote llevar.
DESTERRANDO LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS
(adaptación del texto hecha por el Sr. Cesar Campos. Gracias)
Existen muchas situaciones en las que una persona se desequilibra, pierde su centro y el nivel de exigencia, el estrés o el cansancio pueden hacernos recurrir a los pensamientos negativos.
Pensar en positivo puede ser sencillo cuando todo sale como queremos pero ¿qué sucede por ejemplo en las siguientes situaciones?
1. Tenemos problemas personales: El trabajo resulta estresante, tenemos problemas con la pareja, las notas que obtenemos en las evaluaciones no son las que buscábamos…En definitiva, estamos inquietos por alguna situación que nos preocupa y nos aparece permanentemente en la cabeza. Queremos disfrutar de lo que estamos haciendo, pero no hay manera. Los problemas nos bombardean, nos descentran y tenemos ganas de tirar la toalla e irnos a casa, total… si la vamos a pasar mal, mejor ni esforzarse. Pero detengámonos un instante, abandonar no es la solución. Si abandonamos, nuestro cerebro asociará que la huida es la solución cuando tienes problemas. Y cada vez que nos enfrentemos a una situación que nos agobia… vamos a querrer escapar…. En relación a la lectura anterior, lo que podemos hacer es modificar nuestro discurso mientras realizamos la actividad. Se trata de cambiar el foco atencional.
Vamos a hacer un pequeño ejercicio:
Imagina que tu mente funciona como una linterna en la oscuridad y puede iluminar a cualquier parte que deseemos. Más aun, tenemos la posibilidad de realizar zoom a voluntad. ¿Te gusta el paisaje, el ambiente en el que practicamos? ¿Qué está diciendo la persona con la que conversamos, nuestros compañeros? Si focalizamos la luz sobre los pies, ¿sientes el peso sobre ellos, la fuerza de las piernas sosteniéndote en el tiro? Y qué me dices de respiración, ¿sientes el aire entrando en tus pulmones, llenando tu torse de potencia para un nuevo tiro? Alumbra ahora a tus brazos: son fuertes, te estabilizan y son un perfecto soporte del arco. ¿Y qué me dices si alumbras al corazón? Su latido, potente, te da fuerza y lleva la sangre a tus músculos, los llena de energía y cada vez te sientes mejor. Solo tienes que repetirte estas palabras: «Estoy aquí, ahora, en mi práctica, con mi cuerpo, mi mente es poderosa, puedo enfocarme dónde quiero y elijo hacerlo sobre lo que me gusta y disfruto.»
Seguro que ahora nos sentimos mejor, no por casualidad, sino porque hemos sustituido información que restaba y que impedía disfrutar por la que suma y nos hace estar pendiente de lo que estamos haciendo en este momento, de disfrutar el presente.
2. Otra situación característica es el sabotaje mental. Es decir, cuando nos maltratamos con los pensamientos. Nos decimos que no podemos, que los demás son mejores, que hoy no estamos precisos, que tenemos esta molestia en el cuerpo que no nos permite disfrutar, que qué hacemos en la práctica si podríamos estar en casa, que llueve, que hace frío… ¡ALTO!. Volvamos
a centrarnos en lo que nos trajo aquí, la pasión que nos moviliza, lo que nos hace sentir vivo.
Recordemos las cosas que nos gustan, que nos divierten y que nos hacen seguir eligiendo esta actividad. Nunca perdamos de vista lo que nos apasiona, las sensaciones, la superación personal. Abramos los ojos y pensemos los motivos por los que practicamos. Y nunca los olvidemos porque si perdemos la motivación, perdemos el Norte.
3. La indiferencia. Puede que en algún momento hayamos perdido las sensaciones positivas y aparecen otras que nos distraen. Incluso puede que ni siquiera las tengamos. Practicamos sólo por practicar, porque es lo que toca el día de hoy pero no porque lo deseemos. Imaginemos que tenemos que explicarle a alguien que no sabe de qué se trata lo que hacemos.
Focalicemos los cinco sentidos en lo que estamos haciendo. ¿Cómo describirías tu deporte, tus sensaciones, las emociones, todo lo que rodea al disfrute que ahora tienes automatizado y no le prestas atención? Hagamos el ejercicio de prestar atención a todos los detalles, lo que oímos (el sonido de las flechas al partir del arco, al llegar al objetivo, del ambiente), el tacto (la sensación de sostener la cuerda, el frío de la flecha de metal, la sensación de la mano bien ubicada sobre la empuñadura), las señales internas de tu cuerpo (el equilibrio, la posición del codo bien alineado, la espalda bien cerrada, la cabeza bien erguida), lo que olemos, el gusto en nuestra boca, etc.
Reaparecerán sensaciones que existían al principio, en nuestros primeros pasos en la actividad, cuando todo llamaba la atención y que luego se convirtió en rutina y dejamos pasar de largo. Busquemos volver a recuperar esa mirada curiosa por descubrir lo que desconocemos, volvamos a contectarnos con la alegría de la novedad.
4. El miedo. Si ya tenemos cierto tiempo realizando la actividad probablemente llevamos mucho tiempo invertido, frío, cansancio, sacrificio y queremos que todo salga como nos merecemos. Porque tarde o temprano aparece el pensamiento que con todo lo que hemos invertido deberíamos ver cierto resultado. Sin embargo, nos estamos presionando y la autoexigencia sobre el resultado hace que perdamos de vista lo que estamos haciendo .
Como siempre decimos, si ponemos toda la atención en el resultado podemos olvidarnos que lo importante no es lo que tienes que alcanzar sino lo que tienes que hacer para alcanzarlo.
Olvidémonos de la meta, del resultado ya que esa es la consecuencia natural de disfrutar y hacer lo que sabemos. Centremos nuestra atención y nuestros pensamientos en disfrutar del momento, en ser intenso, en querer superarte. Si empezamos a decirnos cosas como «no puedo fallar, con todo lo que he trabajado, esto DEBE ser de otra manera», el cerebro interpretará que estamos en una situación límite, que hay una amenaza esperándonos y activará nuestro sistema nervioso para estar en guardia. Y a partir de ahí se apoderan del control el miedo, la ansiedad, la tensión muscular inapropiada, las distracciónes, etc.
Recordemos: El único “contrincante” que tenemos somos nosotros mismos. No tengamos miedo a equivocarnos o que algo no suceda como lo esperábamos ya que el único que te puede exigirnos es uno mismo. No eres tu enemigo. DEBEMOS DARNOS ALIENTO, ÁNIMO, bajemos el nivel de crítica pero no el del esfuerzo. Cada vez que aparezca un mensaje en tu cabeza que nos diga que algo puede fallar imaginemos un aro de basket hacia la que podemos ir tirando los pensamientos. ¡Hagamos un triple con todo lo que resta! Dejemos ir esas ideas que no aportan nada y que impiden pensar en lo que realmente nos lleva a disfrutar de la práctica. Podemos decir algo así como: «Gracias mente, puedo fallar, sí, pero de todos modos voy a seguir intentando, dando lo máximo». No le demos más vueltas, no razonemos, no busquemos excusas, sólo actuemos.
5. ¡Imprevistos! Estamos motivados por lo que tenemos adelante, vamos a hacer lo que queremos, ya estamos viendo nuestra práctica que va a ser excelente. Los astros están alineados y … de pronto ..¡EL CAOS! Dificultades en el tránsito, estamos retrasados, tenemos problemas con el arco, no está disponible el material que usamos habitualmente, etc. PACIENCIA. El nivel de ansiedad y la rabia de que algo dificulte lo que habíamos planificado, ni acerca una solución ni nos hace sentir bien. Respiremos profundo, busquemos relajarnos y mantengamos la mente abierta ya que muchas veces las casualidades nos llevan a lugares a los que no hubiéramos ido de forma planificada y nos permiten descubrir elementos inesperados.
En todos estos casos hay una herramienta muy útil a la que podemos acudir: la VISUALIZACIÓN.
En otras palabras, imaginación dirigida. El hecho de imaginar lo que haces y cómo lo haces. si consigues visualizarte de forma exitosa, deja huella en tu memoria, de tal manera, que cuando vuelvas a entrenar, habrás trabajado tu confianza, tu seguridad y la parte técnica a través de la visualización. Los estudios afirman que imaginar el movimiento produce niveles de satisfacción altos además de aprendizaje.
Aprende de los mejores. Busca modelos de lo que te gustaría hacer mejor. Las neuronas espejo te permiten copiar lo que ves en otros. Puedes aprender a través de la observación y mejorar tu técnica.
La mente es nuestra aliada, nuestra fuente de motivación, el centro de operaciones para elegir, decidir y tomar decisiones. La mente depende de nosotros. Si nos hacemos responsables de ella, si la trabajamos y la fortalecemos, estamos arando el terreno sobre el que luego podremos obtener los frutos que más nos beneficien.
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